PINTURA Y ESCRITURA



        En el marco de los encuentros dominicales del club de escritura al que pertenezco "Quimeras de la Pluma", en los que jugando con las palabras creamos microrrelatos, se han sumado en las últimas semanas artistas de otras disciplinas. Hoy os voy a comentar, desde mi punto de vista, la obra de un pintor Mario Rodríguez Ruíz, que como persona es un encanto y como artista tiene una obra muy personal. 
        Es Pintor y profesor de dibujo artístico en la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Alicante y ha realizado además varios trabajos de investigación en el campo de la historia del arte contemporáneo.
        Sus obras enlazan la tradición pictórica con las nuevas tecnologías, por lo que nos encontramos pintura al modo tradicional unido a la digital, con un resultado, que a mi entender, es sorprendente y cuanto menos interesante, ya que no aísla su arte de la época actual, sino todo lo contrario, porque sus obras se aproximan a lo cotidiano y reflexionan sobre la realidad en la que estamos inmersos.                     
          Estas pocas líneas son únicamente una aproximación a su mundo artístico por lo que si quereis adentraros más en él, y la única forma es ver sus obras, os dejo el enlace a su página web: mariorodriguezruiz.com
         Pues bien realizada la presentación del pintor, ahora queda explicar que el domingo 26 de mayo vino a visitarnos y trajo  fotografías de sus obras y sobre lo que nos inspiraban, en 5 minutos de reloj, realizamos unos microrrelatos. A continuación os dejo las dos imágenes con los relatos correspondientes, que yo realicé:


TERATOMA
        La pelea había terminado. Había sido sangrienta. El púgil noqueado había quedado tendido en el cuadrilátero. El ganador, contra todo pronóstico debido a su menor peso, salió todo ensangrentado sostenido por su entrenador, que le felicitaba, susurrándole: “Ya te dije que no era necesario ver para poder vencer, de oído se puede luchar”.
   
  MAS ALLÁ DE MIS MUROS
    Siempre había querido ser madre, pero la falta de ocasión y oportunidad lo había impedido. Y, allí, en ese momento, entre los escombros de los muros derruidos por la bomba, renació ese deseo cuando encontró a un pequeño, casi recién nacido, herido. Lo cogió entre sus brazos, arropándole y diciéndole: “No temas, yo cuidaré de ti”. Volvió a su país semanas después, había finalizado su voluntariado. No regresó sola, ahora eran dos, la mujer alta y morena y el pequeño indígena que había encontrado una nueva familia.
        
 Hacía años que no escribía, y para mí fue un descubrimiento ver como las imágenes me sugieren historias, algunas con mayor fortuna que otras. Y, como siempre digo: "el que se aburre es porque quiere".

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