NADA, DE CARMEN LAFORET

 

Nada, primera obra de Carmen Laforet, ganadora del Premio Nadal en 1944 es una novela que leí por primera vez cuando más o menos tenía la edad de la protagonista, Andrea, y si bien me gustó, tal como he podido comprender ahora, no le saqué todo el jugo que tiene. 

Carmen Laforet (Barcelona 1921-Madrid 2014) forma parte del grupo de escritores de la postguerra que narran la vida de España durante esos años, dejando en evidencia las duras condiciones económicas y morales que aquella había generado y con un estilo descarnado, bautizado como tremendismo, desean transmitir gráficamente estas circunstancias, así como reflejar la  injusticia social y las diferencias de clases que la guerra aumentó.

Pero, ¿de qué va Nada? En mi opinión, es una historia de aprendizaje que nos lleva de la mano de Andrea por la Barcelona de posguerra durante los años cuarenta. Se inicia con su llegada a a Barcelona para empezar sus estudios universitarios y se alojará en la casa de su abuela ubicada en la calle Aribau. Allí se encontrará con su tía Angustias, sus tío Román y Juan con  Gloria, esposa de este último y con Antonia, la sirvienta. Andrea tiene bonitos recuerdos de cuando era niña y venía a visitar a su abuela pero pronto verá  la cruda realidad. ´Sus familiares son grotescos; todo es oscuro y  lleno de suciedad y la pobreza impera por doquier. La autora  nos retrata una Barcelona miserable, que intenta recuperarse tras una dura guerra y sus gentes sobreviven como pueden. Las vivencias que tiene en la casa de la calle Aribau  harán que Andrea evolucione a ese lado oscuro. Por suerte conocerá a Ena, compañera de clase en la universidad, que representa la perfección para ella e intentará mantener esos dos mundos separados. Esta historia nos habla del gran abismo que Andrea va a encontrar entre sus sueños e ilusiones y la realidad que se empeña en mostrarle el mundo tal y como es, con su violencia, miserias, hambre (cuanto he sufrido por este motivo por Andrea). Pero en ocasiones hay un rayo de esperanza que permite que Andrea pueda ver el final del túnel. 

Poniéndola en contexto con la época en que la escribió, la autora fue original al narrar en primera persona, dándole un toque intimista y directo. Las descripciones son muy detalladas y el lirismo de la prosa transporta a los escenarios y situaciones que describe, tanto que llegamos a oler y visualizar el estado decrépito y sucio de la casa de la calle Aribau.  

En fin, una novela muy recomendable y que me ha encantado volver a leer después de tanto tiempo.


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