SAGITARIO, DE NATALIA GINZBURG
En Sagitario, escrito en 1957, la protagonista es una mujer, la voz
narradora es otra mujer y los personajes secundarios son también mujeres, que
aparecen entre sombras, y que vuelven a la penumbra. Como Giulia, esa otra hija
de la que sabemos poco, y que, melancólica y tímida, pasa sus últimos años con
una sonrisa dibujada en la cara
Las mujeres descritas por la autora son solitarias, viven con resignación,
habitan vidas pequeñas, tienen sus pequeños sueños que dan luz a sus vidas,
pero son ilusiones inalcanzables. Asisten en silencio a la vida de los hombres,
que son caprichosos, que se ríen, como si se burlaran de los sueños ridículos
de ellas. Las mujeres se dejan llevar, como Bárbara, la hija de Scilla, que se
casa resignada con un siciliano celoso, hijo de una familia que quiere, ante
todo, una novia siciliana. La mentira está encarnada en otra mujer: Scilla, que presenta una
imagen de sí misma que nada tiene que ver con la realidad. En este relato, unos engañan y otros creen los
engaños. Necesitan creer para seguir viviendo. Pero nadie es feliz, nadie
alcanza la dicha
La autora con una
lenguaje cotidiano y empleando la ironía y el humor capta el detalle. Nada
sobra en este relato, casi novela (98 páginas). Está escrita
con sencillez, aunque no por ello la prosa deja de ser lúcida y cautivadora;
con personajes complejos, aborda temas como la confianza y el desengaño, y su
tono es entrañable, amargo y cáustico y cómico al mismo tiempo.
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